El SALADILLO en el TALLER
La ciudad contiene más de lo que puede describirse. Un laberinto de luz y oscuridad. La ciudad agota la capacidad de descripción e imaginación del ser humano. El desorden juega contra el orden, lo accidental contra la regular, la sorpresa contra la anticipación. Las funciones y las actividades se rozan y entrelazan creando contradicciones, paradojas y una excitación e una naturaleza erótica.
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Me enfrento a la ciudad con mi cuerpo, mis piernas miden la longitud del soportal y la anchura de la plaza, mi mirada proyecta inconscientemente mi cuerpo sobre la fachada de la catedral, donde vaga entre cornisas contornos, toqueteando el tamaño de los retranqueos y los saledizos; el peso de mi cuerpo se encuentra con la masa de una puerta y mi mano agarra el tirador, pulido por incontables generaciones, a medida que entro en el vacío que hay detrás. La ciudad y el cuerpo se complementan y se definen mutuamente.
Juhani Pallasmaa. Habitar. El sentido de la ciudad.
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Para distinguir el espacio vívido, del espacio científico y geométrico, podemos llamarlo “espacio existencial”. El espacio existencial vívido se estructura sobre la base de los significados y los valores que se reflejan en él por el individuo o el grupo, sea de manera consciente o inconsciente: el espacio existencia es una experiencia única interpretada a través de la memoria y los contenidos empíricos del individuo. Por otro lado los grupos, o incluso las naciones comparten ciertas experiencias de espacio existencial, que constituyen sus identidades colectivas y su sentido de comunidad.
Juhani Pallasmaa. Habitar. El espacio habitado.
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