miércoles, marzo 31, 2010

T r i s t e s t r ó p i c o s

Debemos formar un imaginario. Alimentarnos de otras experiencias, para poder trabajar la experiencia propia. Hay textos e imagenes que evocan; estamos inmersos en una tradición oral y visual. Pero seria mas profunda si las buscamos en territorios que estan mas alla de nuestro oficio. Dejarnos contaminar por la experiencia total. Desde todos los puntos, desde cualquier angulo.



Claude Lévi-Strauss
T r i s t e s t r ó p i c o s

Ahora es la selva lo que me atrae. Le encuentro los mismos en-cantos que a la montaña pero en una forma más apacible y acogedora. El haber recorrido tanto las sabanas desérticas del Brasil central ha devuelto su precio a esa naturaleza agreste que los antiguos amaron: la hierba nueva, las flores y la frescura húmeda de los chaparrales.

Pero en esa marcha forzada habíamos olvidado la selva. Tan densa como nuestras ciudades, estaba poblada por otros seres que formaban una sociedad que nos había mantenido apartados con mayor eficacia que los desiertos por donde avanzábamos locamen-te, ya fueran las altas cimas o las landas asoleadas. Una colectividad de árboles y de plantas aleja al hombre, se apresura a tapar las huellas de su paso. A menudo difícil de penetrar, la selva reclama, al que en ella se hunde, esas concesiones que de manera más vio-lenta la montaña exige al caminante. Su horizonte, menos extenso que el de las grandes cadenas, rápidamente tapado, encierra un universo reducido que aisla tan completamente como las perspectivas desérticas. Un mundo de hierbas, de flores, de hongos y de insec-tos continúa allí con libertad una vida independiente en la cual sólo se nos admite por la humildad y la paciencia. Algunos metros de selva bastan para abolir el mundo exterior; un universo deja lugar a otro, menos complaciente a la vista, pero donde el oído y el olfato, eso sentidos más próximos al alma, encuentran satisfacción. Renacen bienes que se creían desaparecidos: el silencio, el frescor y la paz. La intimidad con el mundo vegetal concede aquello que el mar ahora nos rehusa
y que la montaña hace pagar demasiado caro.

Cuando la vista se acostumbra a reconocer esos planos aproxi-mados y la mente puede superar la primera impresión de aplasta-miento, se descubre un sistema complicado. Se distinguen pisos su-perpuestos que a pesar de las rupturas de nivel y de los desórdenes intermitentes reproducen la misma construcción: primero, la cima de las plantas y de las hierbas que llegan a la altura del hombre; por encima, los troncos pálidos de los árboles y las lianas, que gozan brevemente de un espacio libre de toda vegetación; un poco más arriba, esos troncos desaparecen, ocultos por el follaje de los ar-bustos o la floración escarlata de los bananeros salvajes, las pacovas; los troncos resurgen por un instante de esa espuma para perderse nuevamente entre la floración de las palmeras; vuelven a salir en un punto más elevado aún, donde se destacan las primeras ramas horizontales, desprovistas de hojas pero sobrecargadas de plantas epífitas —orquídeas y bromeliáceas— como el velamen de un navio; y casi fuera del alcance de la vista, ese universo se cierra en vastas cúpulas, ya verdes, ya sin hojas, pero entonces recubiertas por flores blancas, amarillas, anaranjadas, púrpura o malva; el espectador euro-peo se maravilla al reconocer allí la frescura de sus primaveras, pero en una escala tan desproporcionada que la majestuosa floración de los fuegos otoñales se impone a él como único término de comparación.

A esos pisos aéreos responden otros, bajo los mismos pies del viajero. Pues sería una ilusión creer que se camina sobre el suelo, hundido bajo un entrecruzamiento inestable de raíces, vastagos, guedejas y musgos; cada vez que el pie trastabilla, hay riesgo de caer en profundidades a veces desconcertantes. La presencia de Lucinda complica aún más la marcha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Perdón por cortar la inspiración, pero el lunes perdí la llave del auto, probablemente en el aula teórica, no se si capaz que alguien la llego a agarrar, es una llave azul que dice FIAT.
Si la encuentran pásense o avisen porfa!!!
Soy Gastón Santana, en el aula 102 del nivel IV